lunes, 29 de agosto de 2011

9 Terrarios en un trastero

Hace ya tiempo que, a través de una buena clienta, me enteré de se liquidaban unos terrarios de generosas proporciones y bastante adecuados a mis propósitos. De eso hace ya más de un año y esas urnas de cristal siguen cogiendo polvo en mi trastero, como un recordatorio mudo y envuelto en plásticos del proyecto que tengo que llevar adelante. Cada vez que bajo a dejar alguna caja, coger la bici, cada navidad que recojo el árbol y demás adornos, allí están, apilados en el fondo de la habitación. Casi se les oye pedir a gritos que les de uso, que los llene de animales. Cuando, ayudado por mi novia y mi suegro y bloqueando la calle, descargamos los terrarios de la furgoneta de reparto, parecía que Linneo Animales (entonces no me rondaba este nombre por la cabeza) abriría sus puertas al cabo de unos pocos días, hacer unos trámites y listo. Al final todo se complicó un poco, pero de nuevo esos terrarios están a punto de salir del trastero.

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Esto no lo escribo para motivar a otros, ni para echarme flores (si las hubiera), ni siquiera lo contemplo como promoción o publicidad. Se que poca gente seguirá este blog y que ya en su nacimiento tiene fecha de caducidad aunque aún no esté fijada. Estas pocas entradas llegarán a su fin con la publicación de una web corporativa, donde se hablará en plural de lo fantásticos que somos y la extraordinaria calidad de nuestros animales. Tendrá fotos de unas instalaciones limpias, brillantes y modernas, fotos de animales sanos y de lustroso pelaje y plumaje.
Esta no es más que la breve historia de una idea que pretendo que se convierta en realidad.